La aventura de rol, acción y exploración que se introdujo en nuestros sueños.
En 1998 el mundo de los videojuegos vivía una era de transición: el paso de las 2D a las 3D había generado la sensación mayoritaria de que los polígonos eran el futuro mientras que los sprites de toda la vida habían quedado relegados a un segundo plano tras la generación de 16 bits. Era un contexto en el que lanzar juegos de corte tradicional suponía un riesgo y ahí fue cuando recibimos The Adventures of Alundra, una obra ya imperecedera que desde el primero momento supo hacerse un hueco en nuestros corazones gracias al gran trabajo del mítico estudio Matrix Software junto a Psygnosis (que por aquel entonces formaba parte de los estudios de PlayStation) y que venía a cubrir la carencia de RPG’s tradicionales de acción en el catálogo de PS1.
Este Alundra fue uno de los juegos de PS1 distribuidos por Sony Computer Entertainent Europe que recibimos completamente traducidos al español, lo que sin duda ayudó a elevar su popularidad aquí. Una popularidad, sin embargo, que aunque nunca lo llegó a convertir en uno de los grandes exponentes de la consola, pues como decíamos, los usuarios solo teníamos ojos para las 3D en aquellos momentos, hizo que se convirtiera en uno de los títulos más queridos de todo el catálogo, así como en todo un juego de culto cuya calidad es cada vez más reconocida con el paso de los años.
Son muchos los aspectos que convierten a The Adventures of Alundra en un juego especial, y el primero de ellos, el que más salta a la vista, es ese maravilloso apartado gráfico que gracias a la tecnología de la época consiguió perfeccionar el género de los RPG de perspectiva cenital para llevarlo a su mejor versión. Lo podéis ver aquí arriba: cada pantalla de Alundra es una obra de arte pixelada que recuerda las mejores épocas y las mejores obras del rol en consola. Esto lo consiguió mediante un hábil uso de sprites y animaciones junto con muchos de los efectos de luz y atmosféricos que ya permitía la generación de 32 bits. El resultado de esto, junto con sus bien elegidas melodías, fue uno de los juegos más bellos en dos dimensiones del catálogo de PlayStation.
Todo esto, además, venía precedido de una inolvidable intro de estilo anime muy ochentero en la que secuencias de acción con otras extraídas del gameplay del juego se mezclaban bajo un ritmo guitarrero muy intenso. Os la dejamos aquí para que podáis recordarla (o descubrirla).
Pero por si algo fue conocido Alundra fue por su complejidad, tanto argumental como jugable. En lugar de embarcarnos en la clásica misión por salvar un reino o rescatar una princesa, el título de Psygnosis nos llevaba a adentrarnos en el subconsciente humano y a sumergirnos en los sueños de las personas para combatir a un demonio llamado Melzas que los convertía en pesadillas plagadas de monstruos. Precisamente ese el don de Alundra, nuestro elfo protagonista; tanto él como el resto de miembros del clan Elna tienen la capacidad de adentrarse en los sueños ajenos para liberarlos.
El sistema de combate de The Adventures of Alundra seguía la estela de grandes clásicos del Action RPG en consola por aquellos tiempos, con unos controles muy simples y una gran importancia en la colocación de nuestro personaje respecto al enemigo a la hora de acertar con nuestros golpes. Precisamente, no andaba muy sobrado el catálogo de PS1 de juegos de este corte, y eso hizo que este se convirtiera en una opción indispensable para todo fan de los juegos de rol que habían triunfado en otras plataformas.
Pero aunque su trama, siendo más compleja que la media, mantenía una simplicidad que lo hacía atractivo para todo tipo de públicos, lo que hizo a más de uno rebanarse los sesos era la dificultad de su gameplay. Los puntos de guardado en Alundra eran escasos, y su puzzles abundantes y difíciles de deducir. No era raro estar 20 minutos dando vueltas a una sala para saber por dónde seguir para después encontrarse con el mismo problema en la siguiente (y luego morir y volver a un punto de guardado bastante alejado). Esto hizo que las guías fueran unas aliadas prácticamente indispensables a la hora de afrontar la gran aventura y a la vez enorme reto que suponía el juego.
Pero aún así, la sensación de logro, de progreso y de estar aprendido del propio juego a medida que avanzábamos hacía que esas ganas de estampar el mando contra la tele en unos momentos se convirtieran en ganas de seguir jugando en otros, porque Alundra era un título magnífico cuya historia apetecía descubrir, cuyos escenarios apetecía ver y cuyos jefes finales apetecía matar. Sobre todo estos últimos, ya que estaban muy bien diseñados y poseían muy buenas animaciones.
En resumen, The Adventures of Alundra fue un título único que en una época singular de la historia de videojuegos supo cabalgar con maestría entre dos estilos muy diferenciados. Por un lado llevó un género clásico a casi la perfección y por otro supo aprovechar las características técnicas de una consola que empezaba a mostrar los gráficos y efectos realistas que marcarían el devenir de la industria hasta el día de hoy. Se trata de un imprescindible en el catálogo de PS1, de uno de los mejores RPG de acción jamás realizados y de un título inolvidable de esos que convierten este mundillo en una verdadera fábrica de emociones y recuerdos.
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