En Internet podemos iniciar los debates más encarnizados sobre los temas más frívolos: la cebolla en la tortilla de patatas, la pizza en la piña, los cereales antes o después de la leche… otras discusiones sobre cuestiones más serias pueden llevar a rupturas de posibles amistades. Pero hay algo en lo que todos estamos de acuerdo: los gatos son maravillosos.
¿Quién puede decirle que no a la foto o vídeo de un adorable minino? Además, cuando alguien está triste, es una práctica habitual alegrarle el día con fotos de nuestros animales de compañía. Y no olvidemos el éxito de la cuenta Can You Pet The Dog, que nos recuerda la importancia de poder acariciar perretes y gatetes en los videojuegos.
Stray es un juego que parte de una premisa sencilla por parte de un B12 Studio que ha entendido perfectamente que un gato protagonista es la baza más segura. Nuestro protagonista es un precioso gato naranja en un mundo post-apocalíptico y cibernético. Y no es un felino de dibujo animado, o con cualidades antropormórficas. Es un gato de verdad, que se comporta y se mueve de la forma más hiperrealista posible. Y es que Lala, la minina que ha servido como actriz de motion-capture, ha hecho un trabajo excelente, así como el mismo estudio a la hora de animar a nuestro gato protagonista con todo el mimo que exige un juego para amantes de estos animales.
El mismo diseño de niveles de Stray nos ofrece una perspectiva única sobre cómo perciben los gatos el mundo y cómo se mueven a través de él, y es que no funcionaría igual con otro tipo de protagonista. Usar tuberías como plataformas, saltar distancias que sólo un felino puede hacer, escalar hacia sitios que para un humano requeriría una escalera… los puzles, sencillos y asequibles, tienen la misma solución que plantearía un gato. Incluso los mismos combates requieren la capacidad de un gato para distraer con un maullido y huir hasta un lugar seguro. Eso sí, también contamos con la compañía del dron B12, que aporta a la partida el añadido de ciencia ficción.
Y, no obstante, hablamos de un juego adorable cuya ternura no reside en escenarios de tonos pastel y diseño cartoon. Stray mezcla lo bello de encarnar a un gato con un mundo peligroso, donde encontraremos amigos robots y enemigos muy peligrosos. Incluso visitaremos escenarios muy siniestros y que no esperaríamos en un juego de este tipo. Ver una Tierra en la que no hay humanos, con las consecuencias de un cataclismo y la decadencia de una civilización nos hará sentir melancolía. Al mismo tiempo, sentiremos calidez mientras controlemos a nuestro minino protagonista y busquemos nuevas formas de explorar. Y, a pesar de las ruinas de nuestro planeta, nos regodearemos en los muchísimos momentos de paz que nos ofrece Stray, ya sea para echarnos una siesta, rascar un sofá o dejar que un robot nos acaricie. El placer de tirar cosas de estantes sin ningún propósito o de maullar porque sí nos resalta el costumbrismo gatuno que representa Stray.
¿Sabéis esos juegos en los que echas un par de horas y al día siguiente estáis deseando volver? Esa está siendo mi experiencia con Stray, y no quiero que se acabe.
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