Entrevista con Ronald D. Moore: todo sobre la realidad alternativa de ‘Para toda la humanidad’

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Entrevista con Ronald D. Moore: todo sobre la realidad alternativa de ‘Para toda la humanidad’

El creador de la serie de Apple TV+ habla de sus esperanzas para el futuro y de la vida en Marte.

En los círculos de aficionados a la ciencia ficción, a Ronald D. Moore se lo considera una especie de leyenda por haber escrito muchos de los episodios de Star Trek: la nueva generación y Star Trek: espacio profundo nueve, así como por haber sido uno de los productores de ambas series. Además, en 2003, se convirtió en el creador-productor de la versión reimaginada de la serie Battlestar Galactica, también conocida como Galáctica, estrella de combate.

Su proyecto más reciente es la serie de Apple TV+ Para toda la humanidad, que cuenta la historia de la carrera espacial en una realidad alternativa totalmente distinta. Aprovechando el estreno de la cuarta temporada, hemos hablado con Moore sobre la vida en Marte y su representación en la serie, su visión optimista de la ciencia ficción y cómo evolucionará la trama de ahora en adelante.

¿Cómo explicarías Para toda la humanidad en dos minutos para quienes no la hayan visto todavía?

Para empezar, la serie es una historia alternativa del programa espacial de los Estados Unidos y, también, de lo ocurrido en los últimos 50 años, más o menos. Empieza con que los rusos consiguen llegar a la Luna en 1969 antes que los estadounidenses.

A partir de ahí, todo cambia. En EE. UU. se quedan de piedra y cunde la rabia, así que deciden emplearse a fondo en el programa espacial, en vez de lo que ocurrió en la vida real cuando… moderamos mucho, muchísimo las ambiciones que tenía la NASA de construir bases en la Luna, ir a Marte y todo lo demás.

Antes de que nos demos cuenta, los Estados Unidos empieza a tener mujeres astronautas más de una década antes de cuando ocurrió en realidad y logran establecer una base en la Luna a mitades de los 70. Todo cambia… el mundo se convierte en un lugar diferente, un lugar mejor, gracias a que se invierte mucho dinero en el espacio y la tecnología espacial. 

Sigue habiendo problemas que superar, pero la serie dice que, si hubiéramos seguido avanzando con el programa espacial, este hubiera sido el camino en el que nos habríamos encontrado. Es la ruta que nos podría llevar hacia un futuro parecido al de Star Trek, un sitio optimista donde arreglaríamos los problemas de la sociedad y viajaríamos por el cosmos alentados por el deseo de celebrar la humanidad que compartimos.

Parece que muchas de tus series traten sobre el equilibrio entre el idealismo y la realidad. ¿En cuál de las dos visiones del futuro crees más?

Creo que has acertado describiendo mi trabajo así. Suelo ser un optimista. Intento creer en una visión idealista de lo que espero que sea el futuro. Y el haber crecido como un fan de Star Trek, el futuro que yo quería, sin duda ha influido en esa manera de ver el mundo. Allí se mostraba un futuro en el que yo creía y al que le sigo teniendo mucho cariño.

Cuando uno echa un vistazo en las obras de ciencia ficción, en general, todo lo que tiene que ver con el futuro son distopías. ¡El futuro siempre es una mierda! Me encanta Blade Runner, me encanta Alien, pero no querría vivir en esos sitios. Star Trek era uno de los pocos universos que dijo: «¿Sabéis qué? Todo se solucionará. Ya veremos cómo. Y todo irá a mejor. Puede que no vaya a ser fácil, quizás el camino hasta llegar a ese punto sea duro, pero, al final, será genial».

Yo crecí con esa visión inspiradora de la ciencia ficción y todavía la conservo, así que en los proyectos que hago intento reflejar ese optimismo. La gente sigue siendo gente y no dejaremos de llevar nuestros defectos humanos en todos los viajes al espacio y para toda la humanidad. La serie está repleta de todo tipo de malentendidos y tratos pésimos. Algunas cosas van horriblemente mal, pero tiene un trasfondo alentador y da una idea de futuro a la que aspirar.

Todas las temporadas de Para toda la humanidad empiezan con un salto temporal hacia adelante. Llegados a la temporada 4, la humanidad se ha instalado en una base en Marte y se expande deprisa. ¿Dar unos saltos temporales tan grandes siempre formó parte del plan de la serie?

Sí, los integramos en la trama desde que empezamos a desarrollar la serie. Nos dijimos: «Vale, vamos a imitar el programa espacial que nos prometieron en los 60 y los 70». Partimos de esa idea. 

Sin embargo, para que eso pasara teníamos que dar un salto temporal hacia adelante. Así se ve bien cómo se desarrolla el programa. Se ve que la tecnología avanza a grandes pasos. Se progresa más allá del Apollo y el transbordador, e incluso de la Estación Espacial Internacional. Se empieza a desarrollar la fusión nuclear a niveles prácticos para la Tierra, se llega a Marte… Podemos enseñar cambios a muy gran escala si estamos dispuestos a dar un salto temporal en la historia, de década en década. 

Lo malo es que, claro, hay personajes de los que nos encariñamos y que se hacen demasiado mayores para la serie o mueren. Y tenemos que ir añadiendo más todo el tiempo para que los sustituyan. A veces se ve a niños que crecen y se convierten en adultos, y siguen con sus vidas, tienen nietos, etc.

Por consiguiente, se convierte en un programa de tipo generacional, lo cual es inusual. Cuanto más hablábamos de ello, más nos emocionaba la posibilidad, ya que no es un formato que yo hubiera visto antes. No se había usado en la televisión, excepto por una miniserie de los 80 llamada Centennial. En todo caso, no es la manera estándar de desarrollar una serie dramática con varias temporadas, así que fue estupendo adentrarnos en un territorio desconocido tras tantos años en el sector.

La tercera temporada estaba ambientada en una segunda carrera espacial que se centraba en llegar a Marte. ¿Por qué nos fascina tanto colonizar Marte, tanto en la vida real como en la realidad alternativa de la serie?

Parece que esté allí para que lo conquistemos. Y creo que aviva mucho la imaginación ya solo por eso. Creo que en lo más profundo de nuestro ser queremos ver qué hay más allá del horizonte, ya sean océanos o montañas, queremos ir allí. Creo que ese impulso es eterno y muy común en toda la humanidad.

En la cuarta temporada, cuando llegamos a Marte y nos asentamos, se empiezan a poder hacer cosas prácticas, como quizás minar el cinturón de asteroides, que está mucho más cerca de Marte que de la Tierra. ¿Y qué comportaría a nivel práctico que cogiéramos asteroides allí y explotáramos los minerales para el beneficio de la vida en la Tierra? Además, conseguiríamos que Marte fuera un segundo hogar para la humanidad. Por lo tanto, sí que parece que colonizar Marte pueda traernos ventajas de verdad o, al menos, ventajas potenciales.

Con problemas como la alta radiación y la escasez de agua, Marte y el espacio no serían sitios idóneos en los que vivir. ¿Cómo abordó tu equipo las realidades científicas de vivir fuera de la Tierra y cuánto investigaron sobre ellas?

Intentamos investigar mucho. Tenemos a un asesor técnico que trabaja con nosotros a tiempo completo, Garrett Reisman, a quien conozco desde que trabajaba en Battlestar Galactica. Garrett era un astronauta, fue a la estación espacial un par de veces con los trasbordadores… Lleva siendo el asesor técnico de la serie desde su origen. Garrett es un gran experto del programa espacial de la época del Apollo, la de los trasbordadores y del futuro. Ha trabajado en SpaceX y conoce a mucha gente que aún está en la NASA, además de ser un ingeniero extraordinario él mismo.

También nos presentó a otros expertos para cada uno de los departamentos. En el equipo de producción nos esforzamos mucho en atenernos tanto como podamos a la ciencia de verdad. Nos dejamos la piel para que la nave espacial se mueva como una de verdad. Nos tomamos la física muy en serio. Os daréis cuenta de que en nuestro espacio no hay sonido, lo que se oye es el motor. Cuando diseñamos ese tipo de máquinas y los métodos de propulsión, intentamos que se ajusten a los que podrían existir. ¿Cómo funcionarían en realidad? ¿Qué dificultades se darían en su desarrollo?

Has mencionado la radiación de Marte y, en la superficie de la Luna, se nota. Intentamos pensar en cómo se las apañarían los astronautas, qué sistemas ambientales desarrollarían para poder vivir a largo plazo y todo lo demás. Le hemos dedicado muchísimo tiempo y esfuerzo a todo lo que hemos hecho para intentar que sea, al menos, plausible a nivel científico.

En la cuarta temporada, la visión idealizada de vivir en otro planeta choca con la realidad. ¿Cómo es la vida para los personajes que están en Marte?

Están muy aislados, aunque les envíen suministros periódicamente desde la Tierra. En nuestro futuro, nuestra historia alternativa, hemos mejorado la tecnología para que el viaje lleve menos tiempo de lo que solía, pero eso no quita que siga llevando meses. Y, en la serie, la población de Marte ha crecido lo bastante como para que las personas empiecen a comerciar entre ellas. Incluso se crea un mercado negro al que los poderosos deciden hacer la vista gorda.

Aún así, es difícil. Al salir de sus módulos habitables, la gente está en un entorno muy duro y despiadado. Y los trajes espaciales son su única manera de vivir, si salen fuera. En la cuarta temporada, se empieza a crear un sistema de dos clases en la superficie de Marte. Por un lado, tenemos a los astronautas típicos que trabajan para la NASA y el conglomerado multinacional que gobierna la base de Marte. Y, por le otro, está la gente que intenta mejorar la vida de su familia, intenta ganar dinero, como con cualquier otro trabajo. Y viven en condiciones distintas, tienen expectativas diferentes, condiciones laborales desiguales y se empieza a desarrollar un conflicto entre ambos grupos.

A nosotros nos interesaba ver cómo avanzaba, desde los primeros días de colonización y, entonces, dar un salto temporal a 10 años después y ver que se ha convertido en un puesto de avanzada. Y explorar cuáles son las dificultades a las que se enfrentan a medida que más y más gente va allí por razones varias, con objetivos distintos y sus motivaciones. Esa viene siendo la prueba social de la cuarta temporada.

A lo largo de las cuatro temporadas, Para toda la humanidad ha ido representando varios momentos culturales de maneras divertidas con su historia alternativa. ¿Cómo aborda estas representaciones el equipo de guionistas?

Siempre nos divertimos al principio de cada temporada. El equipo de guionistas escribe en un tablero todas las cosas que podrían haber cambiado en el espacio de 10 años. Allí hay de todo, desde grandes cuestiones geopolíticas —¿Quién es el presidente?, ¿Qué países se declararon la guerra?— hasta cosas de la cultura popular que son divertidas: cambiar películas, quién ganó el premio de la academia y todo eso.

Empezamos con una lista enorme y, luego, vamos separando la paja del trigo. Antes que nada, escogemos las ideas que tienen que encajar con la historia y, luego, vemos: vale, ¿qué es divertido? ¿Qué es demasiado absurdo? Así que se trata de una conversación que dura casi toda la temporada. Nos lleva bastante estar listos para crear el montaje inicial para el primer episodio de todos, que es el gran resumen de todo lo ocurrido para el público. Eso requiere una gran cantidad de trabajo y solemos hacerlo al final de la temporada, porque algunos de los elementos que incorporamos anuncian partes de la trama que se verán más adelante.

En algún sitio leí que Para toda la humanidad tendrá unas seis o siete temporadas. ¿Cuántas tenéis ya pensadas por el momento?

Sí, al principio habíamos pensado hacerla durante siete años, pero, con el tiempo, hemos decidido ser flexibles. A lo mejor acaban siendo seis temporadas o tal vez diez, tendremos que ver cómo se desarrolla la historia principal.

Igual que dijimos que entre temporadas va a haber un salto de una década, más o menos. Pero, quién sabe, quizás haya una temporada en la que no avancemos una década, donde puede que solo hayan pasado unos años. O tal vez haya una temporada en la que demos un salto temporal de más de una década. Queríamos darnos el espacio suficiente para ver cómo se desarrollaba la serie de manera natural.

Así que sí, el plan era que durara siete temporadas, pero podrían ser más o menos. Si se hacen las cuentas, para la séptima estaríamos 70 años en el futuro, en el 2030 o 2040. Y ni siquiera digo que demos nada por seguro. Eso no era más que nuestro esquema general para la serie. Con cada temporada, al principio, nos sentamos todos, lo reevaluamos y vemos dónde estamos en el plan general de la historia y si seguimos yendo por el mismo camino. ¿Queremos cambiarlo? En resumen, siempre estamos abiertos a hablar de todo.

No te pierdas el estreno de mitad de temporada de Para toda la humanidad, disponible en Apple TV+ con una oferta limitada de 3 meses de prueba extendida para la PS4 y la PS5.

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