Final Fantasy VII cumple 25 años | Un repaso a las VII claves que lo convirtieron en leyenda

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Final Fantasy VII cumple 25 años | Un repaso a las VII claves que lo convirtieron en leyenda

Recordamos por qué sigue siendo la entrega más recordada y uno de los juegos más queridos de todos los tiempos.

El 31 de enero de 1997 veía la luz en Japón el séptimo episodio de la saga Final Fantasy, una franquicia ya muy bien implantada y asentada allí en la época (por algo tenía siete entregas). Sin embargo, este no era un episodio más. Final Fantasy VII suponía el salto de la saga a la modernidad: a las capacidades 3D de PlayStation, a la música en formato CD, a las posibilidades que podía otorgar el hecho de tener disponibles tres discos… y las expectativas, claro, estaban muy altas. El juego, por supuesto, fue un gran éxito en Japón y se empezó por todo el mundo a correr la voz de que algo muy grande llegaría a nuestras consolas próximamente. Concretamente lo recibiríamos aquí el 17 de noviembre de ese mismo año. Y si en su país natal, el juego de Squaresoft fue un bombazo, sus efectos en Europa fueron devastadores; tanto que a día de hoy seguimos hablando de él, recordándolo con un cariño casi transcendental al mundo de los videojuegos y catalogándolo en nuestras mentes como uno de los mejores títulos (para algunos el mejor) de la historia. ¿Qué lo hizo tan especial en nuestros corazones? Repasémoslo a modo de homenaje por su 25 cumpleaños. ¡Felicidades!

1. La llegada de una franquicia y la popularización de un género

Final Fantasy VII supuso el debut de la saga en nuestro país, y encima lo hizo completamente traducido al castellano con frases que por acierto o por error forman ya parte de la memoria colectiva. Y sí, este juego no fue el primer JRPG en llegar a Europa, ni mucho menos, pero sed sinceros: ¿a cuántos otros habíais jugado antes? Seguro que si erais jugadores habituales ya habríais disfrutado en consolas de 16 bits de algún que otro título de Enix, de la propia Squaresoft, de Atlus, SEGA… o que incluso los más avezados hubieran vivido ya grandes aventuras, diccionario de inglés en mano, gracias a la importación, pero para el común de los jugadores de los 90, Final Fantasy VII fue casi el primer contacto con el JRPG, y claro, si ese primer contacto es con uno de los mejores, es casi no imposible quedar marcado de por vida.

2. Alma shōnen para un público juvenil

Si en 1997 jugabas con Final Fantasy VII, es casi imposible que no tuvieras la mente bien poblada del anime que emitían en TV. Series como Dragon Ball o Saint Seiya se habían visto masivamente en España, y las técnicas narrativas que hacían al público engancharse a ellas se aplicaban una por una también en el mundo de los videojuegos. No hay que olvidar nunca que en Japón, manga, anime y videojuegos son mundos estrechamente relacionados que se retroalimentan continuamente.

Así pues, teníamos a un personaje solitario, desarraigado y con grandes capacidades que comenzaba viviendo una aventura plagada junto a los amigos que iba conociendo para acabar, todos juntos, combatiendo a un rival superior, casi casi de otro mundo, con poderes colosales. Todo ello, por supuesto, acompañado de emotivas piezas musicales para los momentos clave y con un trasfondo de cuestiones tan humanas como la amistad, la cooperación o la autosuperación.

Final Fantasy VII poseía todo aquello, pero también sabía combinarlo muy bien con cuestiones más profundas a nivel humanístico como la separación de clases sociales, la explotación de los recursos naturales, la dualidad campo-ciudad, cuestiones éticas respecto a la manipulación del genoma humano… todo ello con mucha simplicidad, humildad y de una forma bien integrada en una historia que todo el mundo podía comprender y disfrutar, pero a la que siempre se le podía sacar un extra de significado.

3. Su apartado técnico

Tal como decíamos al principio, Final Fantasy VII supuso el salto de los JRPG a una nueva generación de consolas, concretamente a la generación que mayor cambio ha marcado jamás en relación con la anterior. Donde Final Fantasy VI venía de ser un juego de rol tradicional con sus sprites (maravillosos también), la clásica vista cenital y un tamaño de apenas 24 megabits (unos 3 Mb de los que manejamos hoy día), aquí pasábamos a 3 discos que en total podían almacenar la friolera de 1950 Mb en lo que suponía multiplicar la capacidad de almacenamiento por más de 600 veces… ¡en solo una generación! Imaginad lo que supuso de repente poder tener una aventura como Final Fantasy VII con su larguísima duración, sus modelos 3D, escenas cinemáticas, música de alta calidad y unos escenario prerrenderizados que, aunque se utilizasen para aligerar la carga gráfica (truquillos de la época), dotaban al juego de una personalidad única. Todo esto, en 1997, hacía que todos quisiéramos una PlayStation. Jugar algo así sí que era una verdadera fantasía final.

4. Midgar, sus gentes y sus alrededores

En Final Fatasy VII se dio la combinación perfecta entre fantasía y ciencia ficción. La primera parte del juego parece una aventura steampunk ubicada en un futuro cercano en la que la ciudad de Midgar brilla con luz propia, pero en cuanto asaltamos la sede de Shinra y salimos al exterior comenzamos a ver que el mundo es mucho más que una gran ciudad donde todo se concentra. Pequeños pueblos, granjas, ruinas, sitios de veraneo y hasta un parque de atracciones nos dan esa sensación de rol tradicional donde convive también la modernidad. La división de ese Midgar en dos capas: la que vive encima y la que está debajo en los suburbios sin ni siquiera luz solar es un concepto interesantísimo que podemos ver hoy mucho más desarrollado en FFVII Remake, y esos personajes de entorno más rural que viven ajenos a los problemas de la capital dan forma a un apartado redondo en este aspecto.

Por no hablar de los protagonistas, claro: un elenco de magníficos personajes que cautivaron a los jugadores de todo el mundo con sus diferentes personalidades, las historias que llevaban tras de sí, su relación con Midgar… todos puestos (salvo Cait Sith, vale) al servicio de una historia que dejó huella con momentos mágicos y esa muerte que sigue siendo considerada aún el plot twist por excelencia del mundo de los videojuegos.

5. Un trío de ases

Probablemente el compuesto por Sakaguchi-Uematsu-Kitase sea el trío más famoso de la industria, y Final Fantasy VII (quizás con Chrono Trigger) es su obra cumbre.

Hironobu Sakaguchi es el padre de la franquicia, y desde el principio ha estado acompañado por Nobuo Uematsu en la composición de temas que perduran a día de hoy. Ambos se unieron una vez más en el juego que les haría trascender sus fronteras y convertirse en mitos del mundo del videojuego. A los mandos del proyecto se puso de nuevo Yoshinori Kitase (actual productor de las entregas de la saga aparecidas en PS3 y PS4), quien venía de coronarse con los previamente mencionados Chrono Trigger y Final Fantasy VI. Si ya eran considerados unos maestros entonces, nuestro título cumpleañero los elevó a la categoría de genios absolutos.

6. Combates y mecánicas

Con Final Fantasy VII, también la gran mayoría de usuarios descubrieron el combate por turnos, una mecánica algo más desplazada a día de hoy pero que era perfecta para proveer a los RPG de combates tácticos e impactantes visualmente. Para redondear el juego teníamos el siempre recordado sistema de materias para potenciar nuestras armas y armaduras (también replicado en el remake de 2020), los ataques Límite, las invocaciones y diversos minijuegos que se integraban en momentos puntuales de la historia y que también son recordados como grandes momentos de la historia de PlayStation (todo en este juego es recordado, vaya). Las sentadillas, el snowboard, una especie de wargame estratégico, las carreras de chocobos, la persecución en moto, e incluso trucos narrativos como el de disfrazar a Cloud de mujer para rescatar a Tifa… Final Fantasy VII no hubiera sido lo mismo sin todos ellos.

7. Secretos y más secretos

Podíamos completar el juego en unas 40 horas siguiendo la historia principal, pero eso sería rasgar solo la superficie. Hasta entonces no habíamos visto un juego con tantos secretos por descubrir en ese amplio mundo que se abría ante nosotros. Había dos personajes que podíamos unir a nuestra causa y que estaban escondidos en distintos sitios, cada uno con su propia historia y sus propios escenarios que visitar, y también teníamos armas, materias y enemigos que ardíamos en deseos de conseguir o derrotar para poder presumir ante los amigos (¿vosotros también conseguisteis Caballeros de la mesa redonda y acabasteis con Arma Esmeralda)? Llegar al combate final con Sephirot con todos los personajes en nv. 99 para pintarle la cara era el sueño y lograrlo requería de muchas horas de juego.

Pero tanto si lograsteis estas hazañas como si no, contadnos en los comentarios qué supuso Final Fantasy VII para vosotros. Si aún no lo habéis jugado, haceos con él en PS Store. Aquí podéis descargar el original y aquí el espectacular Final Fantasy VII Remake. Ni se os ocurra dejar pasar más uno de los juegos más importantes e influyentes de toda la industria.

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