El director de Quantic Dream nos habla de las bases científicas de su thriller policíaco ambientado en un futuro cercano.
La historia de Detroit: Become Human, el próximo thriller neo-noir de Quantic Dream para PS4, se desarrolla en Detroit en el año 2038 y se centra en tres androides creados con el único propósito de cumplir la función para la que fueron programados.
Al igual que otros títulos de este estudio, como Heavy Rain y Beyond: Dos almas, el juego va alternando entre los tres protagonistas, pero es el jugador quien dicta cada movimiento y elección en una narrativa que no deja de expandirse y bifurcarse.
El director David Cage se encuentra en el E3 de Los Ángeles para presentar al tercer personaje del trío: Markus, un revolucionario en potencia que, tanto en el tráiler de presentación como en la demo, aparece “despertando” a los suyos. David Cage se reúne conmigo para hablar de los hechos que hay detrás de esta ficción. Estoy aquí para descubrir en qué basa Quantic Dream su visión de los androides del futuro.
En Detroit: Become Human, los androides son tan omnipresentes e intercambiables como los teléfonos del mundo moderno. Al igual que estos, son dispositivos móviles creados para simplificar la vida diaria de sus propietarios y la humanidad en su conjunto.
“Cada vez que se pudo reemplazar a un humano por una máquina, suponemos que la humanidad lo hizo”, explica Cage. “Hacen todo lo que necesitas que hagan”.
El creador hace hincapié en que gran parte del pensamiento creativo que hay detrás del futuro cercano de Detroit se basa en lo que está ocurriendo en los laboratorios modernos y en lo que leemos en los artículos de investigación actuales. Quantic Dream se ha limitado a saltarse unos capítulos para explicarnos “cuándo” (y no “si”) la especulación teórica se convertirá en una realidad tangible.
Aunque no podamos ver por debajo de su piel y sus músculos perfectos (“En su mayoría tienen entre 25 y 30 años; nos pareció la edad ideal. Todos son jóvenes, guapos y pulcros”), el estudio tuvo que convertirse en creador y cirujano para saber qué emocionaba a sus creaciones.
“Me interesaba concederles algún tipo de realidad biológica”, explica Cage. “Fue la combinación de dos nuevas tecnologías lo que los convirtió en una realidad. Una de estas tecnologías es la llamada “bio-commance”: unos módulos internos que funcionan como órganos y generan energía que es transportada por todo el cuerpo mediante una sangre azul”.
La empresa fabricante ficticia, CyberLife, se esfuerza en mezclar a los androides con la población. Para ganarse a su clientela, hace que los productos sean lo más humanos posible. De ahí el toque visual que garantiza que la función de cada androide se refleje en su diseño.
Incluso la fuerza de esta mano de obra se amolda a la de sus jefes de carne y hueso. “¿Por qué dar superpoderes a un profesor o a un enfermero?”. No tiene ningún sentido”, comenta el director. Por ejemplo, podrías contratar a una “abuela androide para cuidar a tus hijos. Estaría diseñada de forma que pareciera una abuela maternal y protectora”. Ser una superabuela no entraría dentro del paquete.
En los ojos hay un detalle menor, pero esencial. Son las ventanas del alma, como nos harán creer. Es innegable que los androides actuales no pueden replicar la búsqueda del alma; sin embargo, las versiones de 2038…
“Pensamos que CyberLife crearía androides con ojos animados. Se trata de micro-movimientos, pues los ojos nunca están quietos. Siempre se mueven, aunque sea muy ligeramente. Es muy discreto. Realmente no puedes verlo, pero lo percibes. Y pensamos que los androides de [Detroit] serían así”.
Puede que sean mejores emulando la vida o que tengan más funciones, pero CyberLife los sigue considerando poco más que versiones de dos piernas del dispositivo portátil en el que estáis leyendo este artículo.
Cage explica que, durante dos años, veinte personas trabajaron para decidir qué vestirían los androides. “Nos esforzamos mucho en saber qué ropa deberían llevar, así que uno de paralelismos que establecimos fue el de los teléfonos actuales.
“Podemos comprar distintos teléfonos, de colores y tamaños diferentes, y también podemos personalizarlos. Por eso mismo, decidimos que podías comprar una versión sencilla en la tienda y luego, ropa adicional para darles el aspecto que quisieras”.
Es similar a cuando entras en una tienda de telefonía actual, donde hay distintos modelos con distintos rangos de precio. Pero siempre serás esclavo del ciclo de consumismo perpetuo sobre el que se cimienta gran parte de la sociedad actual: siempre hay una versión mejor y más nueva.
“Puedes tener un androide que sea tu asistente, otro que cuide a tus hijos, otro que sea enfermero…”, explica Cage. “Es como un teléfono. En realidad no puedes mejorarlo. Tienes que comprarte otro nuevo. Existe un negocio detrás”.
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