El excéntrico juego de plataformas de ciencia ficción de Double Fine Productions llega hoy a PS4
David Gregory Earl – Compositor de Headlander
Yo no era más que un impresionable niño de seis años de acampada cuando escuché a Vangelis por primera vez. Unos amigos de la familia trajeron una cinta de un programa de radio llamado “Hearts of Space” (Corazones del espacio) cuando oímos “To the Unknown Man”. En vez de echarme a dormir, acabé contemplando las estrellas mientras echaba a volar mi imaginación.
Aquella música sirvió de catalizador para una sed insaciable por la música electrónica, que marcó toda mi niñez. Me convertí en un auténtico fan de Isao Tomita, Wendy Carlos, Vangelis, Tangerine Dream, Jean Michel Jarre, para disfrutar más tarde del aún más excéntrico material de Xenakis y Stockhausen.
Cuando supe que Headlander iba a seguir una narrativa retrofuturista inspirada en la ciencia ficción de los años 70 que marcaron Logan’s Run, Silent Running, Zardoz y otros, me puse de inmediato a repasar mentalmente todas esas canciones envuelto en la capa de la nostalgia. Supe que, en esta banda sonora, tenía que rendir tributo a aquellas influencias y me puse manos a la obra para ver qué herramientas podría utilizar para satisfacer esa necesidad. En un abrir y cerrar de ojos, me decidí por usar sintetizadores analógicos y cintas. Iba a utilizar mi programa favorito, Logic Pro, pero sobre todo como dispositivo de grabación.
En Headlander, existen alusiones a Vangelis al caminar por las salas de Pleasure Port (Puerto Placer). Al comenzar el nivel Grid Clash (Enfrentamiento en la cuadrícula), podréis oír la música inspiradora de Wendy Carlos. Cuando lleguéis al Computer Core (Núcleo del ordenador), oiréis los colores más vanguardistas de Stockhausen y Xenakis. Tras los muros de Pleasure Port, escucharéis una música ambiental que hace referencia a Brian Eno. Me encanta esa era de la música electrónica, y por ello, quisiera volver a presentar al mundo esos colores y esa estética al visitar esta línea temporal alternativa.
Me hacían falta las herramientas adecuadas para recrear aquella época, así que pedí prestado, alquilé y compré algunas herramientas que me ayudarían a conseguirlo. Me hice con algunos sintetizadores vintage modernos. Me las he apañado bien con teclados mono como el Prophet 8, el Moog Voyager y Dave Smith, con un Korg Monotron, y un sintetizador Arp Odessey. También he podido hacerme con algunos sintentizadores antiguos de los músicos electrónicos Jeff Taylor y Frank Garvey, entre los que se encuentran un Yamaha CS15, el Moog Voyager, el Korg MS20, y un Arp Odessey vintage. También he utilizado un Roland SH101 de 1983, que aún destaca entre sus hermanos mayores. Lo he dispuesto todo para recrear los años 80 y dotar a la banda sonora de una autenticidad que jamás habría logrado de otra forma. Para los arreglos de guitarra, colaboré con Jay Rubin de Ghost Cat Studios.
La banda sonora es análoga en un 70-80%. En un principio quise hacerla en un 100%, pero las necesidades del juego superaban esta limitación. Hasta añadí un Reaktor 6 y un par de samplers para realizar ciertas tareas. Quería grabarlo todo en cinta, pero las limitaciones y las particularidades de la misma hicieron que fuese MUY complicado conseguir unos buenos y rápidos resultados, así que tuve que rebajar el porcentaje. Entre los muros de Pleasure Port existe una canción que se genera por procedimientos. Configuré el software, añadí algunos instrumentos y fui a hacerme un café mientras el ordenador hacía la música por mí. Para ello, me inspiré en los sistemas musicales generativos de Brian Eno y John Cage.
Espero que todos los que juguéis a Headlander disfrutéis de la banda sonora. Para mí ha sido un honor poder componerla. En los tiempos que corren, las bandas sonoras suelen ser híbridos entre orquesta y elementos electrónicos, que buscan ser modernos y ENORMES – ¡Me encanta componer este tipo de música! No obstante, Headlander ha sido una delicatesen especial. Es un pedacito de mi propia nostalgia, mi carta de amor hacia esos gigantes de la música electrónica. ¿Quién sabe? Si la banda sonora acaba calando entre el público, se podría reactivar el interés en la música que me ha servido de inspiración. Espero que así sea.
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