Una ciudad, una comisaría de policía y dos historias paralelas dieron lugar a una de las obras maestras más influyentes.
Estamos en 1998, uno de los mejores años sin duda para la industria del videojuego con el lanzamiento de verdaderas obras maestras que han marcado el devenir del mundillo hasta nuestros días. Para PlayStation es el año en el que vemos aparecer el primer Gran Turismo, esa maravilla atemporal que es Metal Gear Solid, el nacimiento de Grand Theft Auto o titúlazos como The Adventures of Alundra, Klonoa: Door to Phantomile, Tekken 3 o Collin McRae Rally.
Es en este contexto donde Capcom da un golpe encima de la mesa y lanza al mercado la continuación de uno de los juegos más influyentes de la historia: Resident Evil. Ciertamente, el juego protagonizado por Chris Redfield y Jill Valentine había supuesto toda una revolución y prácticamente plantado los cimientos de un género que desde entonces iba a convertirse en un importante pilar que no podía faltar en el catálogo de cualquier consola, así que no es de extrañar que su éxito fuera aplastante. Pero Resident Evil 2 son palabras mayores; bajo la batuta de un Hideki Kamiya que debutaba como director, él y su equipo cogieron todo lo bueno de la primera entrega, lo mejoraron, lo ampliaron, le añadieron mayor complejidad y lo convirtieron en uno de los mejores videojuegos de toda la historia. ¿Cómo lo hicieron? Vamos a verlo.
Ya en el primer juego, Capcom nos había propuesto la historia de dos personajes jugables que vivían dos aventuras paralelas; las dos similares, aunque con diversas variaciones. Esto se trasladó también a la secuela por medio de dos discos (uno para Leon y otro para Claire) que permitían jugar la historia con uno o con otro a partir del mismo punto, que era el lado izquierdo del coche en llamas desde el que arrancaba todo. ¡Lo increíble venía al completar el juego y cargar la partida desde el otro disco! Con esto empezaba un nuevo Resident Evil 2 desde el lado del copiloto que además se complementaba con la primera parte de la historia, dándonos la explicación a los sucesos que quedaban pendientes. En total, entre las dos versiones de la historia que contenía cada disco teníamos que completar el juego 4 veces para poder verlo todo. Y daba verdadero gusto hacerlo.
Daba gusto por todo, porque desde el momento en que encendías la consola sabíamos que estábamos ante un juego único. Os dejamos aquí arriba un vídeo de gameplay capturado de la primera parte del juego para que podáis verlo todo bien. Teníamos una intro de CGI que aunque hoy día se vea arcaica, en 1998 era tecnológicamente espectacular y puntera, y un inicio salvaje que nos introducía de lleno en el peligro sin darnos tiempo a aprender a jugar siquiera. Una de las cosas que más llama la atención de Resident Evil 2 es esa; Capcom quería que viviéramos el Survival Horror desde el primer minuto e iniciaba todo sin tutorial de ningún tipo y sin un segundo para aprender los controles. Arrancar la historia tanto como con Leon como con Claire era sinónimo de morir instantáneamente y volver a probar. Pronto descubríamos cómo sacar el arma y disparar, y a base de mordiscos aprendíamos que huir y esquivar iba a ser mejor estrategia que matarlo todo en esos primeros compases. Así hasta que llegábamos a la comisaría de policía y al menos por unos momentos nos sentíamos a salvo. Bueno… o algo parecido.
La comisaría de Resident Evil 2…
Muchos de quienes disfrutaron del juego en aquellos años conocen la comisaría de Raccoon City mejor que su propia casa. Y tiene mérito, porque ese lugar es uno de los mejores diseños de niveles de la historia del videojuego. Vale, sí. seguimos sin entender exactamente qué clase de centro de policía tiene cerraduras con rombos, tréboles y picas, pero es que todo encajaba a la perfección. Empezábamos solo con acceso a dos estancias y poco a poco íbamos desbloqueando todas las demás a base llegar a nuevas habitaciones, regresar a las ya visitadas para hacer cosas que nos habían quedado pendientes… todo con una inteligencia y un desarrollo que acercaba el juego a una de las mejores experiencias de tipo metroidvania que se podrían vivir en un título que ni siquiera pertenecía al género. Y es que así era Resident Evil 2: tenía lo mejor de cada casa.
…y los exteriores
De hecho esa comisaría ha quedado tanto en el recuerdo de los jugadores que pareciera que es el único lugar donde transcurría el juego, pero es que había mucho más. Al acceder a las alcantarillas y enfrentarnos a las arañas gigantes con la escopeta o ametralladora, el juego adquiría otros tintes más de acción sin perder sus señas de identidad, y lo mismo podemos decir de Tyrant; ese mutante tan simpático con sombrero que hacía su aparición durante el juego para hacernos correr en busca de la salvación. Cuando Resident Evil 2 te tenía atrapado, siempre encontraba la forma de sorprenderte; una sensación sin duda que ha sabido transmitir también el genial remake para PS4 y PS5 lanzado por Capcom en 2019 y que deberíais adquirir ya mismo en PS Store si aún no lo tenéis. Eso sí, preparaos porque es aún más realista y terrorífico que el original.
La historia proseguía en la alcantarillas, en el laboratorio, y siempre con una combinación magistral de puzzles, momentos de pausa y de acción que creaban un equilibrio perfecto. El juego no era demasiado largo, pero su altísima rejugabilidad por las historias paralelas y los retos para adquirir nuevos items (completarlo en menos de 3 horas, hacerlo sin sprays de primeros auxilios, guardando pocas veces etc) hacían que pasárselo una y otra vez fuera algo muy apetecible.
Resident Evil 2 vendió 4,96 millones de copias y terminó de convertir la saga en uno de los grandes nombres de la industria. No solo mejoró jugablemente en todo a la ya de por sí genial primera parte sino que también a nivel gráfico tocó prácticamente el techo de PS1. Hay juegos a los que hay que regresar de vez en cuando para entender el mundo actual de los videojuegos, y este es sin duda uno de ellos.
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