¿Sabías que en el mundo hay cientos de millones de jugadores con discapacidad?
Yo sí, porque entre otras muchas cosas (calvo, conquense, guapo, modesto….) soy ciego.
Y me encantan los videojuegos.
Pero como siempre digo a mis alumnos cuando me presento, soy la antítesis del ciego tópico típico. Ni vendo cupones, ni leo en braille, ni tengo más desarrollados otros sentidos. Soy Orientador Educativo en el Instituto Pedro Mercedes de Cuenca, el año pasado leí 130 libros con voces sintéticas (sobre todo, novela negra, porque organizo un club de lectura y un festival de género negro que se llama Las Casas Ahorcadas) y el único sentido que se me ha desarrollado después de perder la vista es… el del humor.
Pero no siempre fui así.
En navidades de 2004 -pronto hará literalmente media vida, porque la próxima Nochebuena cumplo 36 castañas- yo estaba estudiando Medicina en Madrid y pasándomelo como un enano con el Jak 3 en mi añorada “Play 2”. Pero tras meses encontrándome mal sin que los médicos supieran por qué, y aunque cuando finalmente lo descubrieron me operaron de urgencia, en un par de semanas perdí la vista. Y con ella, obviamente, toda posibilidad de terminar mi adorada trilogía de Naughty Dog. Y pensaba que también la de jugar a los videojuegos.
Y eso que lo intenté.
Con todas mis fuerzas.
A lo mejor otro día os cuento mis peripecias para tratar de hacer accesibles los videojuegos, o de cómo publiqué un bochornoso video en Youtube sobre cómo usar un famoso periférico o de cómo participé en una campaña en Kickstarter para conseguir financiación para una aventura gráfica accesible…. que no salió adelante.
Pero 15 años después de dejar a medias el Jak 3, en verano de 2020, precisamente Naughty Dog publicó The Last of Us Parte II. Un amigo me habló del juego y, aunque yo no tenía una PlayStation 4, me lo compré, me fui a probarlo a la consola del novio de mi hermana… y tras unos minutos, a punto estuve de llorar de emoción, ¡era casi como antes de perder la vista!
Bueno, vale, ahí me he pasado. Porque nada puede reemplazar a la vista, y los gráficos debían ser una virguería. Pero, de verdad, es increíble lo accesible e inmersivo que es el juego.
Y, aunque estaba disfrutando mucho de la historia y de los personajes creados por Neil Druckmann, como nos fuimos de vacaciones -el juego era bastante largo- la Play no era mía, y tenía que ir a casa del novio de mi hermana para jugar, se acabó el verano y no lo terminé. Sinceramente, no volví a darle más vueltas al asunto. Pensaba que The Last of Us Parte II sería una excepción, una isla en el inaccesible océano de los videojuegos.
Hasta que en septiembre de 2021 se implantó un Curso de Especialización en Videojuegos y Realidad Virtual en el Instituto donde trabajo y se me ocurrió proponerle a un profesor de Informática amigo mío, Sergio Sáinz, dar una charla sobre accesibilidad. Y como le gustó la idea, me puse a investigar. Y descubrí que la publicación de The Last of Us Parte II había supuesto no sólo un hito, sino también un revulsivo, el inicio de una auténtica revolución en la accesibilidad dentro del mundo del videojuego.
Y después de indagar por internet sobre PlayStation 5 y de intuir las enormes posibilidades para jugadores con y sin discapacidad que podría permitir el sonido 3D y el DualSense, empecé a acariciar la idea de comprarme una.
Pero el destino, y mi novia, me tenían preparada una sorpresa. Llegó mi cumpleaños y me regaló…. ¡la PlayStation 4 para que pudiera pasarme por fin The Last of Us!
Le di muchas gracias y muchos besos, emocionado. Pero como ella es muy lista, y yo muy poco disimulado, en seguida se dio cuenta de que algo me pasaba. Total, que muriéndome de vergüenza, al final le reconocí que aunque la Play 4 era un regalazo…. ¡yo quería la PS5 porque era mucho más accesible!
Contra todo pronóstico, desde Nochebuena tengo una Play 5 en mi salón. Y gracias a su Lector de Pantalla (una simpática vocecilla sintética que me lee todo lo que aparece en los menús de la consola) y, sobre todo, a mi sufrida novia, he comprado y probado decenas de juegos de los que he aprendido mucho para las clases de accesibilidad en videojuegos que di el curso pasado, aplicando también mis conocimientos como orientador educativo a la inclusión dentro del mundo del videojuego
Contra todo pronóstico, no sólo mi novia no me dejó después del berrinche de la Play 4, sino que nos casamos el 2 de septiembre… ¡justo el día en que salió a la venta The Last Of Us Parte I!
No me digas que no es increíble. Como si no fuera suficiente casualidad con que el último videojuego que jugué antes de perder la vista, y el primero al que pude hacerlo yo, solo sean de Naughty Dog, ¡ahora van y publican otro juego accesible el día en que me caso! ¡Eso sí que es un regalo de boda! ¡Estoy deseando que llegue mi “Luna de Miel”!
¡Viva los novios! ¡Y Viva Naughty Dog!!
Continuará
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