Ayer tuvimos la suerte de pasar la tarde jugando a Thief y desde luego las sensaciones son las de estar ante uno de los grandes del año. Eidos Montreal, creadores del también grandioso Deus Ex: Human Revolution han vuelto a crear un entorno vivo, una ciudad que se comporta como un personaje más y de este modo han insuflado vida de nuevo a una saga de la pasada década algo olvidada por los usuarios de hoy.
Pero si bien la ciudad y el entorno en el que transcurre Thief son claves para entender su grandeza, sería injusto quedarnos solo con eso y olvidarnos de todos los componentes que hacen de la aventura de Garret una joya de la acción y el sigilo. Uno de ellos, sin duda es la brutalmente expresiva primera persona que nos traslada las emociones del personaje como pocos títulos han logrado hasta la fecha. Estar en medio de esa melancólica atmósfera, con el poderío gráfico de PS4, y hacerlo dentro de la propia piel de todo un maestro ladrón es una experiencia única, pues eso de ir escondiéndose de la guardia, saltando por tejados u ocultándose entre las sombras mientras una lluvia superdetallada nos cae encima supone un nivel de inmersión al que solo grandes como Bioshock Infinite o Dishonored se han acercado.
A la hora de jugar, Thief mezcla su propia identidad con conceptos de los juegos anteriormente nombrados y con uno sacado de la saga Assassin’s Creed que sin duda es una gran aportación para títulos como este. Nos referimos al uso del botón L2, cuya pulsación continuada nos permite correr, trepar y saltar obstáculos sin necesidad de prestar atención a cada uno de ellos individualmente. Esto es una gran ayuda a la hora de moverse por las alturas, pero cuando pisamos tierra firme, Thief se transforma para alzarse como uno de los grandes de la infiltración. Podemos pegarnos a los muros o cualquier otro objeto y asomarnos levemente, podemos acercarnos sigilosamente a los enemigos para dejarlos secos de un golpe, ¡e incluso podemos ocultarnos en las sombras dinámicas que generan los personajes!
Si algo nos quedó claro durante nuestra toma de contacto con Thief, es que Garret no es un hombre de acción. Si bien es verdad que podemos combatir cuerpo a cuerpo con nuestros enemigos, ese no es el estilo apropiado para un personaje cuya arma más letal es su arco, arco por cierto que fue forjado primero por un herrero antes de ser incluido en el juego. Pero curiosidades al margen, conviene señalar que las flechas serán las grandes aliadas de nuestro protagonista. Con ellas podemos, por supuesto, matar, pero también llamar la atención de los guardias, encender fuegos, apagarlos e incluso accionar interruptores. Esto es así porque flechas las hay de diversos tipos: normales, de punta plana, de fuego e incluso también de agua.
Pero y bien. ¿Todo esto que os hemos contado para qué nos sirve? Pues para robar; robar objetos valiosos que tienen su propia historia detrás y cuya obtención nos permitirá progresar en el juego, robar a otros personajes ya estén vivos o muertos (si están muertos es más fácil, eso sí), y hacernos con multitud de objetos que pueblan el escenario a modo de coleccionables y que después podremos almacenar en la guarida de Garret. Lo que está claro es que en Thief robaremos con estilo: entrando por las ventanas, forzando cerraduras, escapando sin dejar rastro etc. Un juego, en definitiva, con un estilo propio, personalidad y calidad a raudales que estamos deseando poder jugar a fondo.
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