Entremos en sus mundos

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MUBI

TRON: Legacy comenzará su periplo por docenas de países de todo el mundo entre esta semana y la siguiente. Hemos recopilado aquí las primeras críticas. Mientras esperamos, echad un vistazo a este ingenioso popurrí de Nick Tierce:

Ahora, como Alex Weekes señaló el otro día, podéis entrar en el mundo de TRON: Legacy a través de TRON: Evolution y montar vuestro propio espacio “personal en Estates, para experimentar la vida en la red.” ¿No sería genial poder entrar también en los Tiempos modernos de Charlie Chaplin? Para nosotros, en este 2010, es tan exótico y estéticamente intrigante como lo fue el primer TRON en 1982. Entre estos mundos fascinantes, creados por unos pocos maestros del cine (y un director esforzado, pero por lo demás vulgar), ¿por cuál preferiríais vagar?

  1. El año pasado en Marienbad se ha descrito como “un sueño febril y surrealista, o puede que una pesadilla.” La obra maestra creada por Alain Resnais en 1961 lleva casi medio siglo seduciendo y confundiendo al público. Ataviados con un traje de noche del siglo XX, vagamos por un suntuoso chateau barroco en el que, tal como explica Miriam Bale, hay un juego dentro del juego.


  2. In the Mood for Love. Caminar por las calles nocturnas del Hong Kong de 1962, tal como las concibieron Wong Kar-wai y el extraordinario cineasta Christopher Doyle… Experimentar la exquisita agonía del anhelo por lo inalcanzable, soportar el fracaso en el último momento de todas las estrategias… Recrearse en la belleza de Maggie Cheung y Tony Leung en silencio, hora tras hora, noche tras noche.


  3. Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives “es una película en la que te refugias como lo harías bajo una manta caliente” escribió Daniel Kasman desde Cannes este mismo año, donde la última película de Apichatpong Weerasethakul, ambientada en el linde de la jungla tailandesa, y quizá la más embriagadora de su filmografía, ganó la Palme d’Or. “El tio Boonmee sale al campo para inhalar un último, profundo y tolerante hálito de aire y vida antes de fallecer, en un viaje que nos lleva entre animales y hombres, entre fantasmas y mitos.”


  4. Una fantasía del porvenir. Las visiones distópicas del futuro abundan tanto como las setas después de la lluvia. Por ejemplo, este retrato del Nueva York de 1980, tal como lo imaginó el director David Butler en 1930. Algo así como The Jetsons, e igualmente disparatado, solo que a escala titánica: edificios Art Deco de 250 pisos de altura y varios niveles de tráfico volador. Ah, y es un musical.

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