Primeras impresiones de Assassin’s Creed II: La Hermandad

Hola a todos, me llamo Eduardo García y trabajo incansablemente para que PlayStation.es permanezca actualizada con las últimas noticias que te interesan a ti, usuario PS3 y PSP. Espero que mis artículos en el blog os resulten interesantes a la vez que útiles y que podamos compartir nuestra visión acerca del mundillo. Espero leer vuestros comentarios.

Pues sí, ya hemos tenido ocasión de jugarlo y menudo sabor de boca que nos ha dejado. Lo primero de lo que me gustaría hablaros es de la sensación que produce recorrer con Ezio Auditore las calles de Roma. Para alguien que ha tenido la ocasión y a la vez la suerte de visitar la Ciudad Eterna es inevitable esbozar una sonrisa al llegar a lo alto del Palatino y desde allí visualizar las ruinas de la época clásica con el Foro Romano y el Coliseo en todo su esplendor. La recreación de la capital italiana es asombrosamente fiel, sin a la vez dejar de lado las necesidades propias del videojuego: arquitectura pensada para poder desplazarse a toda velocidad mediante las habilidades de un Asesino, torres de vigilancia para los soldados Borgia o atalayas desde las que sincronizar, están todas presentes sin romper la estética de la Roma prerrenacentista.

Ezio corre, trepa y lucha por sus calles en pos de acabar con la opresión y la tiranía, para lo cual cuenta con sus clásicas habilidades, ya vistas en Assassin’s Creed II, y algunos añadidos. La principal novedad es la de poder reclutar nuevos miembros para la hermandad y hacerles emprender misiones por toda Europa, con las cuales adquirirán mayor experiencia. Esto es de vital importancia a la hora de cumplir nuestros objetivos, pues esos aprendices podrán ser llamados en cualquier momento para que realicen asesinatos sigilosos o bien para que luchen cara a cara contra los hombres de Los Borgia. Esta segunda opción, naturalmente resulta mucho más peligrosa para ellos, y aquí precisamente es donde radica la diferencia entre tener hombres bien entrenados y equipados o contar con la ayuda de unos recién iniciados, pues mientras los primeros son capaces de luchar incansablemente, los otros serán mera carne de cañón. Esto es lo que tiene haber aumentado nuestro prestigio en la anterior entrega y haber liberado otras dos ciudades; que la importancia de Ezio ha crecido dentro de la orden y ahora él es el maestro. Acabar con varios soldados a la vez mediante un simple movimiento de mano nos hace sentir poderosos y casi como superhéroes; eso si es que escalar paredes y saltar desde campanarios en caída libre no nos había parecido suficiente.

Su argumento y la narrativa de las misiones, o mejor dicho secuencias, es otra de sus bazas. Desde que la primera entrega viera la luz, Ubisoft se ha preocupado por hacer de cada Assassin’s Creed una experiencia más rica y variada. Esta entrega lo logra en mayor medida incluso que Assassin’s Creed II a base de épicas y curiosas escenas difíciles de olvidar. Hay misiones de asesinato, de infiltración, de espionaje, de sabotaje… hay persecuciones en carruaje, combates con espada y guerras a cañonazos. De hecho algunos personajes como el banquero Juan Borgia y sus cuestionables aficiones dan lugar a situaciones de lo más insólito. También resulta llamativo el nuevo papel de los caballos en esta entrega. Ya no son simples medios de transporte para atravesar los campos y praderas, sino que en esta ocasión se pueden utilizar también para moverse por el interior de la ciudad. Esto unido a la ventaja que otorgan en combate y la nueva habilidad de Ezio, que es capaz de saltar desde su montura realizando espectaculares acrobacias nos invitará a cabalgar mucho más de lo que lo habíamos hecho hasta ahora en la saga.

Assassin’s Creed II: La Hermandad es un título excelente, con gráficos y ambientación soberbias, montones de posibilidades, gran argumento y una ciudad enorme por explorar. Ha cumplido nuestras expectativas con creces, y el hecho de contar con solo una ciudad no le hace perder ni un ápice de su magnitud. Y bueno, lo de una sola ciudad es cuanto menos discutible. ¡Menuda sorpresa os espera al final!