Probamos The Last of Us

Hace unos días tuvimos el placer de probar, por fin, y con total tranquilidad la próxima obra maestra de Naughty Dog. Son muchas las promesas que The Last of Us lleva haciendo desde hace meses al género del survival horror y muchas las ideas que nuestra cabeza ha forjado en torno a un título del que se espera mucho. El jugador no solo quiere que este título de supervivencia posapocalíptico conserve lo mejor de la saga Uncharted, sino que también quiere las suficientes diferencias como para que esto no sea una simple versión inquietante de las aventuras de Nathan Drake. Bueno, pues tras nuestra prueba en la PlayRoom de PlayStation en Madrid, podemos afirmar que ambas cosas se han logrado de un modo difícil de explicar. No obstante, trataremos de hacerlo lo mejor posible.

Durante la demo The Last of Us nos transmitió muchas sensaciones, pero había una que sobresalía por encima de todas: angustia. Desde el momento en que coges el mando y te ves solo en medio de esa gigantesca urbe derruida y llena de vegetación comienzas a sentir que eres el blanco de demasiados peligros a la vez, y eso que en realidad solo hay uno (los infectados), pero la sensación de aislamiento es tan grande que te lleva a preguntarte quién socorrerá a los protagonistas cuando lleguen los problemas y aún más importante: ¿cómo voy a salir de esta?

Esa angustia se incrementa todavía más cuando abandonamos las “luminosas” calles y accedemos al interior de los edificios. Ahí es cuando sumamos la oscuridad al resto de preocupaciones escénicas, encendemos la linterna y la cosa se pone seria. Los ruidos nos ponen nerviosos, los escombros nos molestan, la incertidumbre nos atrapa en sus redes, y para colmo no recordamos otros juegos en que la munición escasease más que aquí. ¿Qué pasará cuando aparezcan los infectados?

Efectivamente no tardamos mucho en ver los primeros enemigos y en ser asaltados por una auténtica bandada de dudas. Si los movimientos y el control de Joel nos recordaban a Uncharted (recordad lo que hemos dicho de conservar lo bueno de esta saga) y en algún momento se nos pasó por la cabeza la idea de liarse a tiros, unas matanzas rápidas nos hicieron cambiar de plan. Porque aquí viene una de las cosas más destacables de The Last of Us: cada combate es un desafío táctico. Como ya hemos comentado las balas son pocas, pero es que además los infectados son duros, algunos veloces, y para colmo suelen ir en grupo, así que toca ingeniárselas.

Nuestras opciones son muchas: matar con sigilo, lanzar cosas para despistar, combinar objetos para crear armas improvisadas… pero la verdad es que ninguna termina de parecer buena del todo. Nosotros probamos varias diferentes, y casi todas acababan con una pequeña escena en la que terminábamos mordisqueados. Por lo tanto podemos concluir diciendo que las palabras ‘survival horror‘ nunca tuvieron tanto sentido como aquí, que nos espera un juego duro, que el sentimiento de indefensión es total y que queremos que salga ya. Esperamos con ansias ver el título al completo.